Quiero dar
las gracias a mi amigo Carlos Gutiérrez, incansable lector, que puso en mis manos
un artículo curiosísimo. Que cosas pasaban antes en Piedralaves!!!
Fuente: Valbón, HISTORIANDO, Autor Gabriel Moreno
González
En el amanecer del 9 de octubre de 1811 el patíbulo se
alzaba, trágico, nocturno y gris, en el suelo de Valencia de Alcántara.
Nuestros antepasados se hacinaban en la plaza con las cabezas bien altas
intentando escudriñar cada viga, cada madero, intentando aventurar el destino
de aquél que pronto iba a sentarse en la sombría silla que presidía el cadalso.
Las cajas destempladas no cesaban en sus mortíferos tañidos, anunciando la
pronta ejecución de los reos.
José Pedrezuela era el nombre de uno de los
desdichados. Al parecer había sido durante algún tiempo comediante en el
Coliseo del Príncipe de Madrid, antes de aprovecharse de los turbios tiempos
que atravesaba aquella España goyesca para llevar a cabo los crímenes que ahora
le recordaba el patíbulo. Su mujer, María Josefa del Valle, compartía su
trágico destino. Para ella estaba reservada la silla y el garrote; para él, la
horca y el descuartizamiento. Pero, ¿cuáles eran sus delitos?
Cómicos ambulantes
Francisco de Goya, 1793
Museo del Prado, Madrid |
El estallido y
desarrollo de la Guerra de la Independencia posibilitó que por doquier gentes
sin escrúpulos abusaran de la situación de desconcierto a que estaba avocada
una España invadida por las tropas de Napoleón. Tal era el caso de Pedrezuela,
quien, asesorado por su mujer, había dejado la turbulenta Madrid para fingir
ser la autoridad enviada por el gobierno de Cádiz en dos pueblos de la
provincia de Ávila, Piedralaves y la Adrada. En estas localidades, marido y
mujer se erigieron en los amos y señores para convertir, desde su recién adquirido
y fingido poder, aquellos sus ahora señoríos en pequeñas islas de despotismo,
llevando a cabo, según alguno, hasta sesenta asesinatos. Nos dice el Conde
Toreno en su monumental obra “El Pedrezuela y su esposa fueron convictos que de
haber condenado a suplicios bárbaros sin facultad ni debido juicio […]. Ejecutaba
aquél las sentencias por sí mismo, o las hacía ejecutar a media noche en un
monte o heredad, cosiendo a sus víctimas a puñaladas, o matándolas de un
fusilazo en el oído “1 María Josefa del Valle, su mujer, al parecer
era más cruel que el comediante, pues “de ferocidad exquisita, condenaba en
ausencia del marido y superaba a éste en saña y encarnizamiento”2.
Sin embargo, poco pudieron aprovecharse de sus fingidos cargas, pues la farsa
fue descubierta al cabo de tres meses y ambos, arrestados y conducidos a
Valencia de Alcántara.
(….Continúa)
1.
Historia del levantamiento guerra y
revolución de España. Imprenta de Tomás Jordan, Madrid 1834. Pág 243 y 244.
2. Ibíd.
Gracias Carlos, con cariño,
Ana.
2. Ibíd.
Gracias Carlos, con cariño,
Ana.